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jueves, 5 de abril de 2007

JULIO LLAMAZARES: EL ENTIERRO DE GENARÍN


"Poco antes de las doce de la mañana de Viernes Santo, y en la carretera de los Cubos de esta capital, junto al cubo tercero de la muralla yendo desde Puerta Castillo para San Lorenzo, inmediato a la calle que baja de Santa Marina, ocurrió una desgracia que impresionó profundamente a las muchísimas personas que acudieron al lugar del suceso, tan próximo al sitio en que era la hora de la mayor concurrencia por la procesión que se celebraba.
Según las referencias obtenidas en el lugar del suceso, momentos después de ocurrir éste, circulaba por la carretera un camión de la limpieza pública guiado por el chofer José María Sáenz, de diecinueve años, llevando en el vehículo a dos empleados en el servicio, y debido a la velocidad que llevaba no pudo hacerse funcionar debidamente los frenos al encontrarse en la carretera y en la mano del vehículo a un hombre.
No hemos logrado precisar si la víctima de este triste suceso iba por el centro de la carretera o por un lado, si bien esto es lo verosímil por la posición del cadáver.La muerte debió sobrevenir casi instantáneamente debido a la presión sufrida contra la muralla, lo que le produciría, en opinión del forense, la fractura de la base y bóveda del cráneo.
Seguidamente de ocurrir el atropello varias personas se acercaron al camión arrastrándole con el fin de auxiliar a la víctima, auxilio que fue inútil, pues claramente se veía que la muerte había sobrevenido.
Acudieron agentes de la Autoridad custodiando el cadáver hasta que se presentó el juzgado que ordenó su levantamiento y conducción al depósito judicial.También dispuso fuera intervenido el camión, el que habrá de ser examinado por peritos, toda vez que tiene desperfectos de consideración y esto dictamen habrá de ser un fundamento para el sumario.
El chófer fue detenido por el guardia municipal Ricardo Muñiz, que le condujo a la Comisaría, pasando seguidamente a la cárcel por orden judicial.
El muerto se llamaba Jenaro Blanco y Blanco, contaba unos sesenta años de edad y se dedicaba a la compra ambulante de pieles de conejo. Vivía en el Puente Castro.Seguidamente de ocurrir el accidente se presentaron el cura ecónomo de Santa Marina, don Anastasio Fernández, y el coadjutor, don Ramiro Carniago, dándole el primero la absolución y administrándole a continuación la Extremaunción sub conditione.
A su familia, en especial a su hijo don jacinto, tipógrafo que fue en uno de los talleres de esta ciudad, nuestro sentido pésame. "


Con esta detallada reseña necrológica, publicada en su última página junto a sendos anuncios del Gran hotel Oliden y de los riquísimos cafés de La Marta, despedía el Diario de León un 30 de marzo de 1929, Sábado Santo por más señas, a quien durante tantos años fura su más insigne pregonero por las calles y rincones de la vieja ciudad leonesa.

Había muerto Genarín, el pellejero amante del orujo y cliente de tabernas y prostíbulos, conocido y querido de todos y cada uno de los veintipico mil pobladores de aquel León humilde de fienles de los años veinte, de aquel león con regusto todavía a pueblo grande.

La noticia, sin embargo, estaba ya en boca de todos desdeel día anterior. La inesperada y atroz muerte de Genaro había conmivido como una sacudida bíblica las propias piedras de la ciudad porque, con él, moría también un poco aquel León decimonónico de boticas y artesanos, de burros, mercadillos callejeros y canónigos [...]

Y este azar milagroso, sin precedente alguno, ni tan siquiera analogía en los anales del santoral cristiano, fue a venir de la mano de un grupo de bohemios leoneses, mitad búhos, mitad poetas, que, a contrapelo de leyes y costumbres, todas las noches de Jueves Snato, cuando el reloj de la Plaza Mayor desgrenaba las doce campanadas que precedían al reino de las brujas y los muertos, recorrían en cortejo las calles de la ciudad desgrenando sus versos alcohólicos a la luz de una candil o de una farola...

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